En esta 4 parte de conductas externas que los alumnos con TDAH pueden mostrar en el aula veremos algunas estrategias que puedes utilizar cuando tu alumno...
SE MUESTRA DESAFIANTE
El manejo de la conducta desafiante es una de las conductas que más preocupa a padres y profesores, especialmente cuanto mayores son los niños.
Si estos comportamientos desafiantes son esporádicos, los centros escolares y los profesores suelen tener normas y estrategias de convivencia eficaces para reconducirlos. Pero cuando el comportamiento desafiante es sistemático y persistente y es la única forma en la que el alumno expresa sus necesidades o bien lo usa para ejercer el control sobre su entorno, el profesor puede sentirse abrumado y que carece de estrategias para afrontarlo.
Lo primero que un profesor ha de conocer es que la conducta desafiante de su alumno puede deberse a distintos motivos como:
- Dificultades de aprendizaje (lectura, escritura, comprensión...).
- Problemas de motivación (aburrimiento).
- Problemas sociales (soledad, carencia de límites, expresión de emociones, sentir que no es suficientemente bueno/capaz para sus padres,...).
- Problemas afectivos.
- Baja autoestima, sentimiento de falta de capacidad o de no ser inteligente.
- Situaciones especiales en el hogar (por la mañana antes de ir a la escuela, durante el fin de semana, vacaciones, etc.).
- Cambios bruscos en las rutinas del hogar o la clase.
- Impulsividad por querer algo de forma inmediata.
- Cultivar una relación cercana y amable con él.
- Aplicar medidas de atención a la diversidad ordinarias para reducir las dificultades de aprendizaje que pudiera tener tu alumno.
- Motivar a tu alumno a participar en actividades no académicas que se realicen en el centro escolar: equipo deportivo, actividades complementarias o extraescolares, grupo de teatro, etc.
- Conoce a tu alumno, de manera que puedas predecir sus reacciones y así prevenir que ocurran.
- Mantén un clima positivo, relajado y seguro en tu clase.
- Define de forma clara las normas de funcionamiento y de convivencia del aula. Escríbelas en positivo, breves y concisas. Procura que toda la clase y, en especial tu alumno con TDAH, participe en la definición de estas normas.
- Realiza igualmente las consecuencias negativas de no cumplir las normas del aula.
- Haz más hincapié en las consecuencias positivas del cumplimiento correcto de las normas.
- Promueve la unidad de criterios entre los distintos profesores que intervienen con tu alumno acerca de qué estrategias vais a usar cuando el alumno muestre conductas desafiantes de manera que todos uséis las mismas y del mismo modo.
- Ignora los comportamientos desafiantes de baja intensidad
- ¿Qué hace tu alumno?: describe de forma detallada y concreta la conducta. Por ejemplo, no digas simplemente "se muestra desafiante", si no que explica con detalle qué dice y hace para ser desafiante, de manera que todos los profesores tengan la misma idea de lo que esa conducta es desafiante.
- ¿Qué está pasando?: anota qué está sucediendo cuando el alumno se comporta de forma desafiante: está en clase de..., un examen, en el patio jugando, etc. Procura ser explícito describiendo el contexto y a las personas que se encuentran en ese momento allí con tu alumno.
- ¿Qué ocurrió justo antes de que tu alumno reaccionase de forma desafiante?: por ejemplo el profesor le dijo recoge tu mesa, le has entregado un ejercicio corregido, le has pedido hacer algo (decir qué), etc.
- ¿Qué consigue el alumno con esa conducta?: que lo expulses de clase, que no haga la actividad, que te pongas nervioso, que le prestes atención, etc.
- Trata de jugar, interactuar o establecer contacto con otros compañeros o adultos.
- Trata de evitar una tarea, persona o situación.
- Trata de conseguir algo que desea en ese momento.
- Apelar a los derechos de los demás. Por ejemplo, "si continúas interrumpiendo, tus compañeros no van a poder aprender bien lo que estoy explicando y es una parte importante del examen". Incluye la palabra "gracias" al final del mensaje ya que estás llamando a tu alumno al compromiso.
- Habla con frases cortas, directas y centradas en el comportamiento, no en la persona. Por ejemplo, di "tu comportamiento me ha decepcionado" en lugar de "me has decepcionado".
- Cuando amonestes a tu alumno, habla solo de su conducta presente. Evita hacer comentarios o recordatorios de conductas pasadas o incidentes previos y no realices comparaciones con otros alumnos o sus hermanos.
- Usa la técnica del disco rayado. Si le das una orden a tu alumno y se niega, repite la orden con voz calmada 3 o 4 veces. Cada vez que le des la orden, comienza diciendo su nombre y cada vez que la repitas utiliza un tono de voz más calmado. Si después de 4 veces, tu alumno sigue negándose a realizar lo que le pides, simplemente, date la vuelta y vete a atender a otro alumno sin hacer ningún comentario ni mostrar irritación, enfado, etc. La retirada de tu atención a tu alumno, le hará reaccionar. Ten en cuenta que al quedarte al lado de tu alumno, nervioso y enfadado, diciéndole lo que debe hacer, es prestarle la atención que quiere.
- Utiliza el humor: haz un comentario gracioso que no sea sarcástico ni ridiculice a tu alumno. Puedes bromear con la situación, por ejemplo " eso sí que es una forma rápida de recoger".
- Ofrece un acuerdo a tu alumno: ten en cuenta que las escaladas de la conducta desafiante del alumno hacia el profesor se debe a una necesidad de tener poder y control. Hacer una pequeña concesión o proponer alternativas, es una manera de darle poder al alumno a la vez que le ayudas a obtener esa sensación de poder mediante conductas adaptativas y positivas. Asimismo, esto evitará confrontaciones. Utiliza esta técnica sólo en momentos puntuales. La mejor forma de favorecer en tu alumno la sensación de poder, es dándole responsabilidades en tu aula.
- Aplaza la discusión: avísale que ha sobrepasado el límite y pospón la charla con tu alumno para hablar con él en privado y dejando suficiente tiempo para que los dos estéis calmados. Esta estrategia es útil cuando han fallado las anteriores o ante situaciones muy tensas.
- Modera y modela la respiración. Ante situaciones tensas, respira hondo de forma visible y calmada. Esto no sólo te ayudará a sentirte más calmado, sino que también transmites a tu alumno el mensaje de "he reconocido tu provocación y no quiero entrar en ese juego". Asimismo, esto te dará tiempo para que el nivel de enfado de tu alumno disminuya y para pensar una solución a lo sucedido.
- Reformula: ante una provocación de tu alumno, puedes parafrasear calmadamente lo que ha dicho tu alumno como por ejemplo: "quiero asegurarme de que te he entendido correctamente. Lo que estás diciéndome es que...". Igualmente, dejar un tiempo sin entrar en la provocación del alumno, servirá para que el nivel de enfado del alumno disminuya. Además, le transmites que le estás escuchando con atención, lo cual será una sensación positiva y buena para el alumno.
- Utiliza técnicas no verbales para reducir la tensión: en un enfrentamiento con tu alumno, en lugar de colocarte frente a él (posición para el combate), puedes situarte a su lado (posición de colaboración). Procura igualmente mantener tus brazos cerca de tu cuerpo y no señalar.
- Si notas que vas a perder el control, puedes hacer una retirada parcial e impón un tiempo muerto. Avisa a tu alumno y a toda la clase de lo que vas a hacer. Puedes decir algo como: "Creo que este asunto se nos está yendo de las manos. Ahora voy a salir al pasillo y a tranquilizarme. Cuando vuelva, continuaremos con la clase y tú (tu alumno desafiante) y yo, hablaremos más tarde a solas". Esta estrategia debe ser utilizada sólo cuando sea realmente necesaria, ya que si el motivo de la provocación del alumno era evitar la clase o la tarea escolar, puede que perciba que se ha salido con la suya y es probable que repita su conducta más veces. Por ello, debes hablar después con tu alumno de lo sucedido y la consecuencia que le impongas, ha de incluir además que realice la tarea escolar que no ha hecho por haber provocado una situación conflictiva en clase.
- Los motivos que han llevado al alumno a comportarse mal.
- Comprobar si el alumno es capaz de ponerse en el papel del profesor y entender su postura. Ayúdale si no es capaz.
- Guiar al alumno a encontrar una alternativa para afrontar de una manera adecuada la situación-problema.
- Buscar junto con tu alumno una solución al problema.
- Rincón de relajación: para los primeros cursos de la educación primaria, puede ser eficaz crear un rincón de relajación en el fondo de la clase. Tu alumno puede utilizarlo voluntariamente cuando note que está nervioso y va a perder el control. Igualmente, si ves señales en tu alumno que indican que está nervioso o va a perder el control, puedes sugerirle que vaya al rincón. Podéis tener una señal pactada para solicitar ir a este rincón.
- Para hacer un buen uso de este rincón de relajación has de tener en cuenta:
- Este espacio es un "refugio" para tu alumno. Tú no puedes estar con él allí.
- El tiempo de permanencia en el rincón es limitado. Tú determinas cuánto tiempo.
- En el momento que tu alumno llega al rincón, coloca una tarjeta roja en el lugar pactado. Esta tarjeta significa: "ahora estoy muy enfadado y quiero relajarme".
- En este momento, el profesor ha de respetar el tiempo que necesita el alumno y sigue con la clase sin hacer ningún comentario al respecto.
- Una vez el alumno se encuentra más tranquilo, da la vuelta a la tarjeta roja y la coloca por el color verde que significa: "ya estoy relajado y preparado para volver a mi sitio".
- El profesor hace una seña al alumno para transmitirle que está de acuerdo con que vuelva a su sitio y continúa con la tarea. El profesor no debe hacer ningún comentario sobre lo acontecido, pero sí felicitar a su alumno por usar el rincón de relajación cuando se encontraba nervioso.
- Tener un juego de tarjetas igual al que usas en el rincón de relajación para poder llevártelo a otros contextos como una excursión, en el patio, etc...
- Puedes introducir una tarjeta amarilla que significa: "estoy nervioso pero puedo controlarme y atender a lo que me diga mi profesor".
- Enseñar a los alumnos técnicas de respiración, de la tortuga, meditación cognitiva, visualización, etc., que puedan utilizar en el rincón de relajación. Puedes tener carteles visuales con señales que recuerden cómo utilizar cada técnica, de manera que el alumno pueda decidir cuál usar y recordar cómo realizarla.